El Entrenamiento Infantil
El Entrenamiento intensivo precoz, es totalmente erróneo y alejado de las necesidades biológicas y psicológicas infantiles. El aprendizaje prematuro, que produce rápidos aumentos del rendimiento, suele ser antieconómico e inútil, ya que fija actitudes y estereotipos dinámicos primitivos, que traen como consecuencia posteriores estancamientos y desarrollos insuficientes en etapas posteriores.
El concepto de rendimiento – salud, debe asociarse hacia el desarrollo integral del niño y estar sustentado en un proceso pedagógico progresivo, ordenado y vari
Cada niño es un ser único, es una realidad en desarrollo y cambiante en razón de sus circunstancias personales y sociales; por lo que el proceso de enseñanza-aprendizaje deberá ser un proceso individualizado. No nos interesan «flores de una sola primavera sino terreno para más de una cosecha»
«Una cosa es que se pueda y otra que se deba»
No siempre la madurez necesaria para iniciar una disciplina deportiva es básicamente la madurez biológica, sino la psicológica y éstas no siempre coinciden totalmente en la edad evolutiva. No pretendo eliminar el entrenamiento de la educación, sino que no contradiga por sus métodos los fines de la misma.
Tenemos que intentar que nuestros jóvenes deportistas entiendan el competir como una posibilidad para superarse, y que la situación de competencia sea vivida como una confrontación con nosotros mismos o con los otros y no contra los otros.
Una práctica educativo-deportiva correctamente encauzada no sólo tiene la función de preparar al niño para su posible futura carrera deportiva, sino que aporta elementos fundamentales para el desarrollo y estabilización intelectual y psíquica, constituyendo una base destinada a permanecer, y ser aplicada toda la vida.
«Un aprendizaje sólo puede realizarse cuando el niño está listo, es decir, cuando posee y domina los prerrequisitos de ese aprendizaje y la capacidad de reorganizarlos.» (M. Durand). Esto desemboca en la idea de que es inútil, ineficaz e incluso peligroso encerrar demasiado pronto al niño en deportes específicos.
El hecho de que el deporte no sea un producto educativo en su origen, hace que su introducción en la escuela se haga casi siempre como una imitación al deporte de adultos, y más aun del deporte de elite y del deporte espectáculo, y que primen en él, más los objetivos estrictamente deportivos que los educativos.
La situación se ve agravada, en parte, porque los profesionales del deporte (monitores, entrenadores, etc.), que también han irrumpido en la escuela, se han formado tradicionalmente en ausencia de toda preparación pedagógica y buscan sobre todo en el deporte escolar el rendimiento y la competición.
No se trata de rechazar el deporte escolar, sino de los métodos que se utilizan y de la imitación con el deporte de competición: «el deporte escolar debe dar prioridad a los aspectos lúdicos y no a los aspectos competitivos». No se trata, de formar campeones en los centros escolares o de conseguir una «selección deportiva», sino de la «formación deportiva», que nosotros resumiríamos en la expresión «buscar un deporte para un niño» y no «un niño para un deporte». (Durán, Marc. 1987).
En mi opinión, es una “larga lucha” que debe ser corregida en las Campañas Escolares, promovidas por Cabildos y Ayuntamientos, “contratando” a preparadores sin experiencia, cuyo objetivo prioritario es “recluir” a los niños y niñas a una sola disciplina deportiva.
“El Entrenamiento de los niños y adolescentes reclama a los profesionales mejor preparados.”